jueves, 21 de noviembre de 2013

PEPE PIMENTEL! A mi amigo Danny Ortiz Chapman

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A mi Amigo Danny Ortiz Chapman

fuente: http://pepepimentel.blogspot.com
“A un extraordinario Amigo”
Por: Leonel Pons (Chu).- Al escribir estás páginas, lo hago con la expresa intención de quedarme con todo su contenido, fuera claro está de todos sus seres queridos. Lo que cualquiera pueda opinar a favor o en contra de mi amigo, me tiene sin cuidado, así me queda la satisfacción de lograr que nadie lo toque si quiera con el pétalo de una flor.

Por eso por muchas cosas más, lo hago en forma suscinta, porque para hablar de grandes personas como esta, se nenecita hacer compendios y o creo que a mi edad me queda mucho tiempo.
Es Barahona pueblo natal, en el se crió, se desarrolló y reside y no me queda la menor duda de que también desea morir. Por sus cualidades, algunas fuera de serie, será siempre un ente difícil de ignorar y también soslayar.

Es uno de esos especimenes raros de la raza humana en vías de extinción, difícil de encontrar, aun auscultando con metodologías científicas, dentro de la búsqueda de una nueva fase del eslabón perdido.

Con sonrisas entre dientes comienzo pensando profundamente y escribiendo a la vez para definirlo: es uno de los hombres más organizado, minucioso y extremadamente detallista que he conocido, de temperamento apacible y en ocasiones circunstanciales de un carácter explosivo, es como los petardos en navidad, muchos tiene su acción inmediata, otros no, unos suenan duro y otros ahogan su explosión.

Es de estatura media, como si al nacer, de repente le pusieran una pesa en la cabeza para reducirle el tamaño, pero aumentarle a la vez grandiosas cualidades.

Se mueve dentro de los límites de su negocio, con pasos rápidos de ardilla, aquí, allá y acullá. Es conversador y franco muy abierto en ocasiones y lo más destacado, aprendió a oír, le gusta colocar la diestra tras la oreja, para escuchar mejor a causa de su media y precoz sordera.

Tiene cajas de medicinas, vencidas y sin vencer, como aquél que, en las postrimerías de su vida quisiera complacer un último deseo, poner una botica en los reinos del señor.

Es de extrañar, que en algún momento dado, deje de escribir hacer números o subrayar con lápices de colores, como los infantes en la escuela, todo lo que le parece importante en algo que lee o en los logaritmos que le llegan a la mente, o que revisten cierta importancia. No es amigo de la soledad pero le gusta la tranquilidad. Siempre soñó con tener, y tuvo un pequeño campito en las proximidades de un río en la costa Barahonera, con su casita de verano, rodeada, de la exuberancia de la montaña donde se encontraba enclavada, con un envidiable clima, su pequeño paraíso de solaz y esparcimiento, pero, circunstancias extraordinarias e imprevistas, de esas que le pasan a cualquiera en los recovecos de la vida, y mas cuando se es serio con los compromisos, tuvo que desprenderse de esa maravilla muy a su pesar al venderla.

Pero claro, como es hombre de temple y capote, que ha sabido capear tempestades, y que no se amilana ante nada hasta conseguir lo que quiere, ahí está, como el primer gandul. Todavía a pesar de sus añitos entraditos y su pelo cubierto de canas de esas que se heredan y que son difíciles de ocultar, ahí esta con esos pesados años que uno no aparenta pero que dejan sus marcas indelebles sobre el cuerpo, gozando de una salud “envidiable” de esas que portan y molestan a cientos de miles en el mundo, llamada Diabetes. Su constante ajetreo lo obliga a cambiar de camisas, como si fuera un camaleón por la constante sudoración que experimenta cual remero de galera en alta mar en plena tempestad.

Tiene como afición, coleccionar artículos y todo lo que el considere antigüedad, le gusta y goza con ello. Le entretiene y le hace sentir bien, colocar todo en perfecto orden y alineación, tanto en su escritorio de trabajo, como los efectos y mercancías del negocio que posee y dirige junto a su esposa.

Al caminar balancea su cuerpo a causa del peso que sobre su cuerpo ejercen mil trescientas llaves de distintos colores y tamaños que penden de su cadera a ambos lados en distintos llaveros, enormes contrapeso para su casi diminuto cuerpo.

Se le ocurrió nacer un día raro, medio nublado, próximo a las navidades, cuando comienza la gente a planificar los días festivos de pascua y halarse las manos por falta de cuartos. El 18 de Noviembre de 1939 a las 6:00 A.M. fue la fecha del desembarco, a una hora y un lugar equivocado, cosas de la vida y designios extraños del creador.

Un fenotipo bonachón y lleno de ingredientes como un pavo en navidad, alerta como una liebre y diligente como un oso ante de la llegada del invierno. Usa espejuelos, no para ver más sino para ver mejor porque es un gran apreciador. A veces para no molestar a nadie y esconder ciertas incomodidades, prefiere lanzar una sonrisa y levantar bien alto los brazos, yo me imagino que es una forma de desconectarse. Es un hombre tremendo en previsión hace tiempo que tiene guardado en un almacén de su negocio un ataúd a todo confort, como si quiera disfrutar al máximo el largo viaje, de donde no se regresa jamás.

Como todos nosotros casi contemporáneos, disfruto de las exquisiteces y degustaciones de la época: cocaleca, natilla, jalao, conconete, bien me sabe, guayao, dulce de pascua, tragos escondidos de diferentes sabores y calidad, suspiro, dado y también con el dedo robao, pudines y biscocho al por mayor y al detalle, pan, galletas, y galletitas de todas las formas y tamaños en cantidades industriales, en fin, todo lo que la vida pudo llevar a sus manos, no es diferente a nadie en eso y otras cosas en la vida mundana, pero no en forma desbocada.

No es mi amigo tipo Charles Atlas, ni tan endeble como Benitín el compañero de Eneas, tampoco desgastada como el viejo Pancho Pou; leía paquitos, y no estoy seguro si también a Marcial la Fuente Estefanía, pero le gustaba el Teatro Ercilla y también el Unión, esas series de Flang Gordon, Charles Starret y muchas más, creo que no se las perdía. Como a todo el mundo le gustaba Cantinflas, Tin-Tan y Marcelo. Le gusta bailar el merengue apanvichao, el bolero, la danza y el danzón tanto acurrucao como de lao. Creo que es de los que aborrece al igual que yo, el agarre aquí y suéltame allá de la juventud de esta época.

Mantengo de manera muy especial una sincera amistad, con él y su esposa, bellas personas, agradables y simpáticas, que a veces se le hace difícil a uno dejar de verlos a diario. Son seres tónicos contra la adversidad y el stress, el cansancio y el malestar.
A ambos les deseo felicidad y larga vida.
¡A mi Amigo!
DANNY ORTIZ CHAPMAN
Barahona, 06 / 01 / 06